YA NO SOY YO, ERAS TÚ
Durante años pensé que yo era el problema. Que había algo roto en mí, algo que solo podía repararse contando calorías, evitando comidas, acumulando horas de ejercicio y buscando una perfección imposible. Pero hoy sé que no era yo. Eras tú.
Tú, Anorexia, llegaste sin avisar, disfrazada de fuerza de voluntad, de autocontrol, de éxito. Me susurrabas que si seguía tus reglas, todo estaría bien. Que si te obedecía, al fin me sentiría suficiente. Me prometiste alivio, y por un tiempo creí que cumplías. Pero pronto descubrí tu trampa: cuanto más te escuchaba, más me perdía a mí misma.
No eras mi amiga, aunque te disfrazaras de aliada. Me convenciste de que te necesitaba, de que sin ti yo no valía nada. Me apartaste de mi gente, de mi alegría, de mi vida. Me hiciste creer que tú y yo éramos lo mismo.
Pero hoy puedo decirte que no. Que no eras yo. Que nunca lo fuiste.
Con ayuda, con tiempo y con mucho miedo también, aprendí a poner tu voz fuera de mí. A darme cuenta de que mientras tú hablases, yo no podía escucharme. Y empecé a hacerlo. Empecé a preguntarme qué quería yo, qué necesitaba yo, quién era yo sin ti.
Descubrí que me gusta el café con leche y las tardes de manta y series. Que adoro reírme hasta que me duela la tripa. Que puedo disfrutar de una cena improvisada con amigos sin que se hunda el mundo. Descubrí que soy muchas cosas más allá de tu jaula.
Ahora te veo y te reconozco cuando intentas volver. Porque sí, a veces asomas, pero ya no mandas. Ya no decides por mí. Y aunque a veces tenga que recordármelo, sé que soy libre.
A quien me lea y sienta que aún vive atrapada en tu red, quiero decirle que se puede. Que separar tu voz de la suya es posible. Que al otro lado hay vida. Y que merece la pena recuperarla.
No eras yo.
Eras tú.
Y ya no tienes sitio aquí.
Núria García.