25 marzo, 2021

Los hospitales

Creo que mi pasión por la medicina empezó antes de que tuviera uso de razón. Me identificaba con pocas cosas, pero tenía claro que la bata blanca era una de ellas. Quería ayudar a mi madre. Quería protegerla y «curarla». Si ella no quería ir al médico para pedir ayuda, entonces yo me convertiria en su médico. Y así es como desde bien pequeña me convertí en la gran cuidadora. Siempre dispuesta a ayudar. Siempre anteponiendo todo a mis propias necesidades. Siempre con una sonrisa como máscara. Hasta que exploté; había cuidado tanto que me había dejado de cuidar a mi misma.
Me abandoné, y caí de lleno en un TCA y los hospitales a los que veía como templos  se convirtieron en mi casa. Pero no fue traumático, al contrario. En el hospital me sentía cuidada y acompañada, algo que nunca tuve o mejor dicho que nunca fui capaz de percibir. No quería desprenderme de la enfermedad porque no quería perder todo lo que estaba «ganando». Por primera vez sentía amor, atención y preocupación, y si ese era el precio que tenía que pagar estaba dispuesta a seguir enferma. Pero llegó un momento en el que toqué fondo y me cansé de vivir así. Así que que decidí ser valiente y soltar, soltar el miedo a estar sola, soltar el miedo a sentirme abandonada y finalmente soltar a la enfermedad. Y ahora agradezco cada uno de esos momentos porque son los que me han permitido estar donde estoy. En apenas 2 meses voy a ser médico y voy a empezar de cero y a construir los cimientos bien; antes de cuidar a otros voy a cuidarme a mí.
Alba