23 abril, 2020
Libertad
La ausencia inesperada de una cosa es en muchas ocasiones el motivo de desearla como nunca lo habíamos hecho antes.
Tenemos estos días la oportunidad de preguntarnos a nosotras mismas: ¿cuánto de libre soy en mi día a día? ¿Cuántas cosas hago por inercia, o porque son las que la “sociedad” espera de mí? ¿Cuántas veces he aplazado el empezar un nuevo proyecto que me ilusiona? ¿Cómo puedo mejorar el equilibrio entre todas las cosas que hago, teniendo en cuenta mi bienestar como el centro de todas ellas? ¿Cuánto de libre es la relación que tengo con las personas que me rodean? ¿Decido yo la relevancia que tienen en mi vida?
En la respuesta a todas estas preguntas está la verdadera libertad, y no sólo en el hecho de poder salir de casa o volver a la vida que llevábamos hasta hace unas semanas.
Contestándolas, podemos acercarnos a la libertad que nos ofrece el hecho de estar en aislamiento social, por contradictorio que parezca: es el momento de escuchar hacia dentro, con calma, con silencio, fuera del ruido que nos invade normalmente y sin miedo a que nuestras respuestas sean juzgadas.
Tómate pues el tiempo que nos está brindando esta situación tan excepcional, y aprovecha para pensar qué pasos quieres dar cuando físicamente seamos libres de nuevo, porque lo más importante es que hayamos trabajado todo lo necesario para ser libres espiritualmente.
Libertad. 4. f. Falta de sujeción y subordinación.
Júlia