LAS RECAÍDAS PUEDEN FORMAR PARTE DE LA RECUPERACIÓN
Una de las grandes creencias erróneas de los TCA es que no se curan. Tan grande es la creencia que muchas veces me había cuestionado si la recuperación era una opción para mí. Muchas veces me pregunté si era cierto que yo podría tener una vida sin enfermedad. Me había llegado a definir tanto que temía que la persona que era antes de conocerla dejara de existir y me preguntaba constantemente qué persona sería cuando me curara. Porque si algo tenía claro es que nunca volvería a ser la persona que fui, ya que es una enfermedad capaz de cambiar la forma en la que piensas, de cambiar tus prioridades y capaz de modificar tus propios valores. En definitiva, es capaz de convertirte en una persona completamente distinta.
Cuando te curas y empiezas a vivir una nueva vida, sin ella, muchas veces te sientes una impostora en el papel de recuperada, porque a pesar de haberla vencido eres una persona distinta a la que fuiste. El impacto que tuvo en ti fue tan grande que es difícil sentir que ya se ha ido y que ha dejado de formar parte de ti. Vives el duelo de la persona enferma y el de tu persona antes de la enfermedad y muchas veces dudas de si algún día esa sensación va a desaparecer. Si algún día la sentirás tan lejos que olvidarás y podrás perdonar a la persona que estuviste con ella. Te preguntas si vuelves a ser tú o si sus secuelas te acompañarán siempre. Pero he podido experimentar que después de la recuperación vinieron muchos momentos de calma, vienen meses, años o incluso en algunas personas recuperadas una vida entera sin ningún tipo de contacto con su crueldad. Construyes a una nueva persona basada en todo lo que te definía antes de enfermar y con todas las armas que tuviste que crear para vencer la lucha. Miles de personas recuperadas pueden encontrar la paz definitiva después de la guerra. Pero nadie te avisa de que en muchas ocasiones esta guerra implica tener que ganar varias batallas, y que la recuperación no consiste siempre en una única victoria. Entre batalla y batalla consigues sentirte curada, sentirte libre y tienes la suerte de poder respirar y tomar aire disfrutando de la vida. Pero las recaídas existen. Sin embargo, el hecho de recaer no implica no haberse curado ni implica que desaparezca la opción de poder conseguir esta vida sin ella.
Cuando vuelven a venir los pensamientos, cuando vuelven a invadirte las conductas y el malestar, te devuelven la idea de que estás predestinada a vivir siempre así. Te vuelve a venir la creencia de que nunca podrás vivir una vida sin ella y el sentimiento de que la anorexia te define, te destroza una vez más. Porque vivir con ella implica sufrimiento, implica dejar de sentir la felicidad que te produce todo lo que tienes ahora y que habías conseguido en este tiempo sin ella. Es tan frustrante sentir que vuelve a venir a quitártelo todo que te encantaría llamarle que no se lo merece, que si lograste ser quien eres ahora fue porque ella se marchó. No puede volver a hundirte y arrebatarte todo aquello por lo que has estado luchando tanto. Quieres gritar que se vaya, que la vida que te promete no es la que quieres ya que hace mucho aprendiste que con ella no había vida que valiera la pena. Pero el problema es que ella te conoce tan bien como la conoces tú. Sabe qué te debe decir para que le hagas caso, sabe qué te debe enseñar para convencerte de que es una opción lo que te propone y sabe qué sentimientos hacerte sentir para que busques su consuelo.
Aprender a mirar una recaída como una batalla más que vencer y no una derrota es un paso que cuesta mucho. Se te olvida que un día pudiste contra ella, y lo único que te deja ver es que has fracasado una vez más. Le interesa recordarte el dolor que implica la recuperación, te amenaza una vez más con el mal que te hará cómo te atrevas a desafiarla. Una vez más te manipula para que no puedas ver la fuerza que tienes ahora para vencerla, y así poder irte apagando para que al final sea real el hecho de no poder con ella. Pero quiero que recuerdes que recaer no te condena a tener la enfermedad toda su vida. Recaer no es sinónimo de que el trastorno te defina como persona. Recaer te obliga a volver a lidiar con aquellas armas que ya tenías preparadas de la anterior recaída. Te obliga a ser consciente de todo lo que has podido disfrutar sin ella y poner en balanza la vida que tenías con la vida que tendrás con ella al lado. Sé que te vienen ganas de volverte a dejar llevar, te vienen ganas de dejar de luchar por la injusticia que sientes de tener que pasar una vez más por aquí. Te recuperaste y eres una persona recuperada en medio de una recaída de la que te recuperarás. Visualiza la vida sin ella y no dejes que te haga creer que esa realidad no existe.
Núria Vilademunt