23 enero, 2025

VIVIR LA VIDA: MÁS ALLÁ DEL ESPEJO

A veces, nos detenemos frente al espejo buscando perfección, examinando cada curva, cada línea, como si en ello estuviera escrita nuestra valía. Pero la vida, en su inmensa y caótica belleza, nos susurra algo diferente: no hemos venido aquí para medirnos en tallas ni para ajustarnos a moldes. Hemos venido a sentir, a reír, a amar, a equivocarnos y a volver a intentarlo.

Nuestro cuerpo es un refugio, un aliado que nos lleva a lugares donde nacen los recuerdos: los brazos que abrazan, las piernas que nos sostienen cuando bailamos o corremos tras un sueño. No es un enemigo ni una jaula; es un vehículo que merece cuidado, pero también respeto.

Obsesionarnos con cada detalle del cuerpo es como centrarnos en un solo árbol y olvidar la inmensidad del bosque. La vida se escapa entre las manos mientras contamos calorías o nos comparamos con ideales que ni siquiera nos pertenecen. La verdadera belleza está en esa risa que te ilumina el rostro, en los momentos que te hacen olvidar el tiempo, en el amor que das y recibes sin condiciones.

La vida es demasiado corta para desperdiciarla luchando contra un reflejo. En cambio, vale la pena usar ese tiempo para llenarte de experiencias que alimenten el alma: viajes, conversaciones profundas, atardeceres compartidos. Vive, porque el cuerpo cambia, pero los recuerdos y la alegría de haberlo vivido plenamente permanecen.

Cuida tu cuerpo, sí, pero no desde la exigencia, sino desde el agradecimiento. Agradece a ese corazón que late incansablemente, a esos pulmones que te llenan de aire y esperanza, a esas manos que acarician y crean. El cuerpo es un regalo, pero la vida es el milagro. Y el milagro está para ser vivido, no medido.

Al final del camino, no recordarás el número en la balanza, sino las veces que saltaste al vacío confiando en ti misma. Vive, porque el mayor acto de amor hacia ti es abrazar la vida sin condiciones.

Patricia Bartolomé