LA MAGIA DE LA NAVIDAD
Llega la Navidad, siempre han sido de los días más esperados del año para mí. Me encanta la magia que hay alrededor de estos días, aún hoy, espero la noche de Reyes con ilusión. Disfruto reuniéndome con toda la familia, primos, tíos, abuelos, las sobremesas, los juegos de mesa, cantar villancicos e incluso, las pequeñas discusiones familiares que hay durante estos días.
Sin embargo, hubo una época, cuando estuve enferma, que estas fiestas pasaron a ser un suplicio. A medida que se acercaban, iba incrementando mi ansiedad por lo que venía. Me sentía atrapada en un entorno que no podía evitar, sabiendo que iba a estar expuesta a mi mayor miedo, y, a pesar de intentar razonar conmigo misma, buscar todo lo que me gustaba de la navidad, la realidad es que la comida y la enfermedad pasaban a ser el tema principal de estos días.
Obviamente, el miedo a las comidas interminables y a la imposibilidad de escaparme de una mesa llena de manjares buenísimos, pero que mis ojos solo miraban con asco y odio. La ansiedad de acabar con ese terrible momento lo antes posible. Por otro lado, el miedo a ser el centro de atención, el centro de miradas, muchas de ellas, miradas llenas de tristeza y de incomprensión. Lo peor hacia los demás era sentir que mi enfermedad me marcaba más que cualquier otra cosa que hubiera pasado en mi vida ese año. Sentía que, en la cabeza de las personas de mi alrededor, lo único que veían cuando me miraban era la enfermedad.
Y, probablemente, lo más duro, sabiendo que estaba generando mucha entropía a mi alrededor, con mi familia directa, que sufrían y yo lo sabía, pero que la enfermedad podía más que yo, y me hacía fría y egoísta. Por mucho que lo intentara evitar, estaba secuestrada, vivía en estado de alerta continua todos esos días, deseando estar sola, incapaz de mantener una conversación ni de emocionarme por la magia de la navidad y buscando enemigos en todas las personas que me querían.
Hoy en día, recuperada, emocionada de nuevo con la navidad, aún pienso de vez en cuando, lo mal que se lo hice pasar a mi familia, y que, aunque era inevitable, aunque lo entendamos todos, es doloroso saber que has condicionado mucho tiempo algo tan bonito. Pero, aquí estamos, con ganas de ver a la familia, pensando en amigos invisibles, en los planes que voy a hacer y esperando, con ilusión, la noche de Reyes.
¡Feliz navidad!
Maria