BUSCANDO UN DESTELLO
Ponerme a escribir estas palabras me hace sentir algo extraño, entre ahogo y liberación, pero hay un bonito impulso que me guía y me dejo llevar. Tengo 47 años y, a los 12, la anorexia entró en mi vida para acompañarme hasta hoy día. Tuve una infancia marcada por hechos dolorosos que rompieron mi alma, una adolescencia donde los estudios fueron un gran refugio, mi identidad se vio truncada y el abismo me persiguió. Mi juventud tuvo un poco más de luz, aunque este monstruo de mí no se separaba. Parecía que había logrado tener «normalidad” en mi hacer cotidiano hasta que, nuevamente, todo se torció por circunstancias muy dolorosas que, a día de hoy, todavía cargo en mi mochila.
Recordar todo ello es duro, muy duro y, en este instante, las lágrimas nublan mis ojos mientras mi corazón se precipita. Pero ahora, puedo entender qué papel ha desempeñado la anorexia en este recorrido. Ella me ofreció un lugar donde refugiarme del dolor, donde crear un espacio seguro para aquella niña que tanto sufría.Ella me ayudó a ser vista y escuchada, a poder llamar la atención que tanto necesitaba. La anorexia me permitió enfundarme en una coraza que me llevó a crecer sin quererlo.Este trastorno, mi fiel amigo, guió mis pasos evitándome conectar con el dolor, evitándome afrontar retos vitales y su presencia ha impedido que el miedo, la culpa y la frustración abandonen mi alma.Puede parecer extraño, pero tengo que agradecerle ser mi flotador cuando me ahogaba en mi tormentosa vida. Ella me tendía la mano cuando los traumas afloraban.Quizás por ello me invada la tristeza de apartarla de mí.El miedo a hacerlo y a no saber cómo vivir sin su compañía y consentimiento también me abruma. Es paradójico pero real, juega a dos bandas: la de un salvavidas que lentamente te mata.
Durante todo este tiempo, no he podido ser consciente de su peligrosa compañía pues he estado aturdida por su fragancia y por lo que me concedía. He sobrevivido al límite, retando a la vida. Ahora mi cuerpo ha dicho » BASTA» y mi esencia enjaulada busca la llave de esa libertad tan ansiada. Esa libertad que me brinde la posibilidad de vivir mejor, de restaurar mi salud corporal y emocional, así como las heridas que aún residen en mí.
He empezado nuevamente (pues ya lo he hecho varias veces sin gran resultado) a luchar para vencer esta batalla.
He iniciado un nuevo proceso buscando un destello que me sirva de guía. Buscando encontrarme entre tanta confusión. Mi objetivo es recuperar mi esencia, mi yo perdido y poder sanar todo aquello que me ha llevado por este camino. El perdonar a quien tanto daño me hizo es otro reto porque aquí no manda la razón, ha de ser de corazón.
He iniciado este trayecto de sanación donde hay duras pruebas que superar, muchas cosas que transitar y, la verdad, me da miedo. Pero más miedo me da que esta anorexia que tantas veces me ayudó, acabe siendo mi verdugo. Así que me refugiaré en el hecho de que no puedo volver atrás ni cambiar el principio de mi vida, pero puedo comenzar donde estoy y que el final sea mejor. ¡Qué así sea!
Sonia Bordallo