PERDER PARA QUERER LUCHAR
Durante los años que estuve enferma siempre me preocupó mucho las cosas que perdía en el camino. Sentía que estaba perdiendo tiempo, perdiendo oportunidades, perdiendo amigos y gente a la que amaba. Era una impotencia enorme sentir la tristeza de todas aquellas pérdidas, pero al mismo tiempo estar oyendo dentro de mí una voz que me animaba a seguir alejándome de todo lo que me rodeaba, ya que me prometía que valdría la pena. Me hizo llegar a creer que nada de mi vida valía más que su propósito. Solía ver las pérdidas como derrotas, batallas perdidas que no podría recuperar.
Tener que dejar la universidad suponía nunca ser enfermera, tener que dejar de ver a mis amigas suponía que ellas seguirían sin mí, alejarme de mi familia suponía nunca más poder formar parte de ella. Todo lo que perdía sabía que no lo iba a recuperar porque me había hecho creer que yo nunca me curaría. Pero me hubiera gustado saber que sería precisamente la suma de todas esas pérdidas las que despertarían en mí las ganas de curarme. Cada una de ellas fue el motor para seguir adelante. Fue una lucha muy difícil ya que me aterrizaba la idea de ganar peso y en realidad, aunque aquella enfermedad me estuviera apagando lentamente, ella siempre me hizo creer que me merecía apagarme por completo. Pero entendí que cuanto más me quitaba, más razones me quedaban para no desistir en la lucha.
Creer en la idea de poder ganar la batalla contra la anorexia creó en mi interior la posibilidad de poder recuperar todo lo que me había quitado. Fue aquí cuando entendí que mi lucha había empezado, y años más tarde puedo decir que la logré vencer y consecuentemente recuperar todo lo que un día creí imposible de recuperar.
Conseguí graduarme en enfermería, mis amigas siempre estuvieron esperando y durante la lucha fue cuando más nos unimos en la familia. Aprendí que muchas veces damos por perdidas las cosas porque no creemos en la posibilidad de recuperarlas. Pero haber perdido la lucha contra la enfermedad en un primer momento no significaba que todo hubiera terminado, sino que todavía no la había ganado. Que mientras lo siguiera intentando, la opción de conseguirlo siempre seguiría existiendo.
Núria Vilademunt.