28 noviembre, 2023

EL VALOR DE LA EXTROSPECCIÓN

Durante un tiempo lejano con la percepción guiada por el TCA se recuerda un cierto desprecio por algo que está en el entorno más cercano. Se merma la apreciación de la estima y de la ayuda ajena, además, del valor de la paciencia, en connivencia, con el alto esfuerzo por comprender y convivir con quien en aquellos momentos se encuentra en el centro de una realidad ausente por una identidad difundida y dañada de sí mismo/a.

¿Qué ocurre? ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo podría hacer para ayudarle? Esto me supera, ¡me agota! ¡No puedo más!… Preguntas y afirmaciones que no se acercan a la conciencia y, de rebote, a la empatía de quien se encuentra con el protagonismo de un TCA en primera persona.

Si bien, es en el proceso de superación de la enfermedad cuando se da sentido a la experiencia vivida por las personas que han dedicado su incondicional cariño y disposición para hacer más visible la mejora de la persona enferma.

Es el dolor, la impotencia, la tristeza, la frustración como resultado de la incomprensión proveniente de quien vive el TCA y el dolor, la impotencia, la tristeza, la frustración de la familia, amigos, queridos para intentar promover y facilitar el acceso hacia la recuperación de la enfermedad. Dos perspectivas de emociones y sentimientos que inicialmente adoptan diferentes orientaciones de una misma realidad y, que después de un pesado proceso introspectivo y ya distante con la enfermedad, se culmina con la valorización del agradecimiento y el cariño para quien desconocían el olvido en situaciones requeridas. Para todos/as ellos/as… ¡¡GRACIAS por estar!!

 

Natalia Freitas