17 marzo, 2023

SER PIÑA, MURALLA, CUERDA, MANO Y RISA

Las hermanas y hermanos de personas que padecen TCA también conviven con el monstruo y navegan en este mar de incertidumbres y desconcierto. Son a menudo figuras muy importantes para las personas afectadas. Piezas de ajedrez relevantes para hacer la jugada final de jaque mate al bicho.

En nuestro caso son dos, hermana y hermano, menores que ella.

Han estado a su lado en los inicios de todo, desde que el trastorno entró en casa por la puerta grande, se instaló sin pedir permiso y puso patas arriba nuestra vida.

Cada uno ha realizado el proceso de aceptación a su ritmo, dependiendo de la edad, de su madurez y del vínculo con ella. Pero está claro que los dos lo han hecho lo mejor que han sabido.

La segunda, con la que solo se lleva 20 meses, entendió de qué iba la cosa casi desde el principio, como una adulta, pese a ser preadolescente. Se ha informado, ha preguntado, ha querido saberlo todo y estar siempre ahí.

Ha sido la cuerda de salvación, la mano a la que aferrarse ella y a menudo también nosotros. Se ha mostrado inflexible cuando ha sido necesario y ha plantado cara al monstruo. Ha sido el abrazo sanador, las palabras que la hacían reaccionar, le escucha sin juicios, la persona que ha tenido a menudo en la cabeza cuando su hermana ha tomado una buena decisión y cuando ha podido elegir la vida y la salud en lugar del trastorno.

Él era más pequeño cuando todo estalló y cuando fue consciente de ello se enfadó mucho contra lo que aislaba a su hermana del mundo, lo que la consumía y no la dejaba ser ella. Mientras su cuerpo crecía a zancadas y las hormonas le revolucionaban, acumulaba rabia contra una enfermedad que no acababa de entender y que tildaba de injusta. Lloraba abatido y enojado la ausencia de su hermana mayor durante los ingresos, que han sido muchos y han sido largos.

Con el tiempo se ha convertido en un soldado protector, alerta en los momentos decisivos, cómplice de todas las personas que mantenemos el trastorno a raya, consciente de que ella no ha elegido estar enferma, que nadie lo elige.

Ambos han cerrado filas, han continuado su vida a pesar del dolor y la ausencia de su hermana cuando no podía estar con nosotros. Y esto también le ha ayudado porque así no han alimentado el trastorno. Y a mí me han empujado también hacia delante, haciéndome reír, secándome el llanto, pudiéndome preocupar por cosas más mundanas, continuando la vida.

Han sido también muralla y barrera limitando los movimientos del monstruo, marcándole el territorio sagrado en el que no podía entrar.

Han madurado a pasos agigantados y se han armado de herramientas y de empatía.

Ambos son el rayo de sol inagotable y persistente que cubre su pedazo de cielo cuando cae al pozo, la cuerda que lo estira arriba, la mano amiga y hermana, la carcajada y la vida.

 

Flors Moreno.