VIAJE CON RETORNO
En mi último post comenté que una de las cosas que más me ha sorprendido es que puedo decir que estoy curada. Ya sabéis que pensaba que conviviría con el TCA siempre y me había resignado a aceptado. Sin embargo, echo la vista atrás y me doy cuenta de que durante todo este tiempo he hecho mi vida al margen de la comida y el cuerpo.
Hace unos 8 años me fui de mi ciudad natal, Barcelona. Por aquel entonces, todavía convivía con la enfermedad, seguía las rutinas y usaba a diario las herramientas que había aprendido en todos esos años de terapia. Recuerdo que tenía miedo de salir de mi entorno seguro, las personas que me apoyaban y que sabía que me ayudarían si volvía a recaer. Aun así, sabía que tenía que continuar y tenía delante de mí la oportunidad de estudiar un máster fuera.
Lejos de Barcelona, me aferré a las rutinas de manera constante y férrea, sabía que eran mi aliado para seguir bien. Y, de hecho, hoy puedo decir que lo fueron.
Desde que me fui he vivido en 4 ciudades y en 3 países diferentes, la vida continuaba y el trajín de ir de un lado a otro hizo que me volcara 100% en vivir la vida. Me doy cuenta de que hacer cosas y estar dispuesta a vivir nuevas experiencias también son un aliado al que tienes que aferrarte.
Ahora, vuelvo a Barcelona, pero no vuelvo a la misma página que dejé. Mis miedos ahora son otros: ¿me cogerán en un nuevo trabajo?, ¿mi pareja se adaptará a vivir en Barcelona?, ¿y yo?, ¿me sentiré a gusto en mi ciudad después de todo este tiempo?…
En definitiva, me doy cuenta de que estar curada implica que la protagonista de mi vida no es la enfermedad, la protagonista soy yo. Con los miedos, preocupaciones, alegrías, tristezas, pero sobre todo, con las experiencias que he vivido y con las experiencias que estoy a punto de vivir.
María.