CÓMO CONSTRUIR LA MALETA
La anorexia me había prometido que si la seguía me llevaría a donde siempre había querido ir. A un lugar donde por fin sería suficiente, un sitio donde me aceptaría y donde por fin sentiría que me amaba. Derrotarla me daba pánico. Me daba miedo apartarme del camino y no llegar a conocer nunca el lugar al que quería llevarme. Ella marcaba el camino, ella me guiaba y se alejaba cada vez más de los caminos que yo conocía. Yo no me apartaba de su lado, ya que cuando uno no conoce el camino no se aparta de su guía. Me sentía perdida en un sitio desconocido y todo el mundo quería que me alejara de la única persona que sabía el camino. No entendía por qué mis padres, mis amigas, mi hermana, me llamaban desde el otro lado diciendo que dejara de andar. Los oía pero no los veía y no tenía ni idea de cómo ir hasta dónde ellos estaban. Tampoco quería verlos, ni quería ir hacia ellos ya que no eran mis pies los que andaban y cada vez oía más lejanas sus voces.
Te dejas llevar, dejas que te arrastre hacia donde ella quiere. La gente no entiende por qué no paras. Creen que puedes echar atrás y dejar que ella siga sola. Las personas que te quieren no entienden por qué te estás alejando y se culpan de no haber podido construir un sitio mejor que el que la anorexia te ha prometido. Pero lo que no saben es que mucho antes de empezar a andar ella se había apropiado de tus pies. Tú no decides dirigirte hacia la destrucción de tu vida, tu vida se destruye porque la anorexia te está dirigiendo. No es culpa tuya por estar caminando ni es culpa de los que te quieren no poder hacerte volver atrás. Los pasos no los controlas ni tú ni ellos, los controla un trastorno cruel que tiene como objetivo destruir.
Parece que no tenga solución, ya que si sólo ella puede controlar la dirección hacia dónde vas, ¿cómo puedes cambiar tu destino? ¿Cómo dejas de andar? Esta pregunta me la hice durante meses. ¿Cómo podía parar? Cómo podía guiarme yo sola sin ella en aquel lugar tan oscuro? ¿Cómo podría encontrar a mi familia, a mis amigas, si no sabía cómo volver a ellos? Pero lo que realmente temía era que si yo me iba ella volviera a buscarme y esta vez con una destrucción más rápida por miedo a que yo volviera a tener la idea de huir de sus pasos. Estaba amenazada por la anorexia, asustada por la oscuridad y la incertidumbre de no saber dónde estaba, añoraba mi vida y las personas que estaban en ella. Pero un día empiezas a construir una maleta con todo lo que necesitas para huir de su control, todo lo que necesitas para volver por un camino diferente al que ella te marca. Notas como ella intenta con todas sus fuerzas que esta idea se te vaya de la cabeza pero, al mismo tiempo, cada vez que pones más equipaje en la maleta y luchas contra ella y su fuerza, sientes más cerca el calor de mamá, crees ver la mano del papá y la sonrisa de Marta. Construir una maleta para huir fue difícil. Nunca pondrás suficientes cosas como para tener una vuelta tranquila y libre de culpa. No es una lucha fácil, es de hecho de las más difíciles que espero vivir pero, si tienes un TCA, busca la fuerza para preparar tu maleta y hacer el camino de regreso, y si formas parte del calor de una persona que sufre TCA confía en que va a encontrar el camino hacia tus manos.
Núria.