Coraje, valentía y fortaleza
La enfermedad no tiene ninguna parte positiva, es pura maldad. Pero, de dónde saco lo bueno es de la lucha contra la enfermedad.
Muchas veces me preguntan si cambiaría algo de mi pasado. Es decir, si cambiaría el hecho de haber tenido un TCA. Sería muy injusto para Núria de 15 años responder a un no. Obviamente lo cambiaría, salvaría a Núria de 15 años ya la de 19 años de ese sufrimiento. Pero no se puede cambiar, así que supongo que al final intentas buscar la parte positiva en todo ese infierno. La enfermedad no tiene ninguna parte positiva, es pura maldad. Pero, de dónde saco lo bueno es de la lucha contra la enfermedad.
Sé que sería una persona muy distinta a la que soy hoy si no hubiera vencido en esa lucha. Hoy en día, en gran parte, soy los valores que aprendí en esa batalla. El coraje, la valentía y la fortaleza. Estas tres palabras estuvieron siempre en la portada de mi diario durante el ingreso. No tuve que pensarlas, simplemente salieron.
El coraje de, a pesar de no creer en ti misma, decidir luchar por ti, por salvarte. Aunque una voz te vaya recordando cada minuto del día que no quieres salvarte. No creía capaz de llegar a la cima de la montaña, pero lo peor era que no quería llegar.
La fortaleza de, pese a los obstáculos del camino hacia la recuperación, seguir luchando. Cargando en la espalda la culpa de estarlo haciendo y siéntete constantemente juzgada por la enfermedad en cada paso adelante que dabas. Perderte en cada camino y no saber si estabas retrocediendo hacia la enfermedad o avanzando hacia la recuperación. Porque no sabías si te estaba guiando la anorexia o tu voz.
Por último la valentía de no rendirte, pese al miedo que te hacía llegar a la cima. Seguir un camino lleno de sufrimiento para llegar a un sitio que no quieres, un lugar que te aterriza. Cada paso era una sensación de satisfacción de estar avanzando pero que era muchas veces abatida por el miedo a lo que comportaba avanzar.
El coraje me enseñó que muchas veces luchar por lo que queremos comporta dolor y sufrimiento pero que, sin embargo, debemos iniciar la lucha. La fortaleza me enseñó a ser constante en esta lucha y confiar en mi capacidad para llegar a donde estuviera. La valentía me demostró que, si el miedo aparecía, no era menos valiente por tenerlo, sino que era más valiente por haberlo vencido.
Núria (recuperada de un TCA en primera persona)