10 junio, 2022

¿En qué se parecen el tiempo, la culpa y las coles de Bruselas?

Ni la culpa ni las autoimposiciones son tan importantes para que se lleven años de tu vida

 

He pasado unos días con mi madre y sus amigos en un hotel de costa. En una ciudad con tantos rascacielos como personas mayores de sesenta y cinco. Ambas, las moles de ladrillo y las abuelas, están ahí, con los pies en la arena sin inmutarse, tan solo pendientes de sacar provecho, los primeros de los segundos. Y viceversa. Si les preguntáis si sienten culpa te dirán que no, que ya está hecho y ahí se plantan, sin explicaciones. Si les hablas del tiempo, miran al cielo y dicen Pues otro día de sol, que siga así que hay que aprovechar —del tiempo, del que transcurre, ni siquiera hablan—. Si toca coles de Bruselas en el buffet pasan de largo hacia la carne asada, la paella y las patatas fritas. De postre, flan. Que estamos de vacaciones.

Dicen que alcanzada cierta edad volvemos a la infancia. Con la enorme diferencia de que cuando éramos niñas teníamos todo, sobre todo tiempo. La culpa y las coles llegarán de fuera, y nos obligarán a comérnoslas, en grandes cantidades. Entonces, ¿en qué se parecen? Pues en que los tres son directamente proporcionales, a menor tiempo por vivir, menor es la culpa y las obligaciones, como comer coles. Tienden a cero.

 

¿Y qué tiene que ver esto con un TCA?

La culpa —el afán de control, la inseguridad, la vergüenza, la comparación, la necesidad de pertenencia y ese largo etcétera que bien conoces— ocupa mucho espacio. Las coles de Bruselas también, primero por imposición externa, luego propia. Y ambas nos llevan demasiado tiempo, tiempo que creemos eterno. Que tiende a infinito. Y no, no lo es. Ni la culpa ni las coles, y mucho menos el tiempo. Por eso, te propongo que lo ocupes con otras cosas, que aproveches que lo tienes desde ya, que ni la culpa ni las autoimposiciones son tan importantes para que se lleven años de tu vida. Porque al final, en el mejor de los casos, la vida tiende a mirar un cielo azul, con los pies en la arena y comiendo flan de postre, y para eso, para llegar ahí, has de sacar provecho al tiempo, sin culpa ni coles.

 

Ainara (recuperada de un TCA en Primera Persona)