Comparaciones
Las comparaciones son odiosas, dicen, y creo que no les falta razón. Cada
comparación es un rasguño a nuestra autoestima. ¿No es verdad que no se nos ocurre
comparar las manzanas con las peras? Pues entonces, ¿por qué debemos compararnos
con otras personas, que nada tienen que ver con nosotros? Cada persona es única e
irrepetible y cada uno tiene su propia esencia. A modo personal, tengo que decir que
he pasado toda mi vida comparándome (y no puedo negar que en ocasiones aún lo
hago) pero aprendí a conectarme con mi verdadera esencia, a sentirme en paz con lo
que soy y a no desear ser otra, y eso me ha liberado en mayor parte de todas las
cadenas que lleva implícita la comparación. Detrás de una comparación hay una
autoestima que flaquea, una inseguridad a la que se da voz y una deuda personal con
nosotros mismos. Una deuda que solo podemos sanar con amor propio.
Alba