5 noviembre, 2020

Madre

Madre

 

Ninguna experiencia de mi vida me ha provocado tanto dolor como el proceso de la enfermedad de mi hija. Han sido unos años muy dolorosos, plenos de desazón, de tristeza, de angustia…

Pero también tengo que decir que han sido unos años llenos de amor. De amor hacia ella, de amor hacia mi familia, de amor también hacia mí. Y también de un profundo sentimiento de agradecimiento a un montón de profesionales que han estado a nuestro lado. Sin ellos no habría estado posible derrotar al monstruo de la enfermedad

Y partiendo de aquí os quiero transmitir la importancia de tres aspectos que creo que son esenciales para gestionar este dolor.

 

Cuídate mucho y déjate ayudar

 

La relación con la persona afectada tiene que ser basada en el amor

 

Confía en los profesionales

 

Cuando el monstruo de la enfermedad entró a casa todo se cambió, fue como un zarandeo que nos dejó sin fuerzas. Estábamos llenos de dolor, de desazón, de tristeza.

Bien pronto vimos que el monstruo también se nos llevaría a nosotros si no hacíamos algo. Teníamos que buscar ayuda para nosotros, alguien que nos explicara qué era lo que estaba pasando, aprender a estar junto a nuestra hija para ayudarla. Y a partir de aquí todo empezó a cambiar, a ser algo menos pesada la carga.

 

También entendí que el dolor emocional que estaba dejando sin fuerzas a mi hija podía ser algo menos devastador si nosotros le dábamos todo el amor del mundo. Como familia no podíamos hacer mucha cosa más. Acompañarla, estar a su lado y darle todo el amor que cabía en nuestros corazones.

 

Y por último entendí que el que nosotros no podíamos hacer, lo tenían que hacer los profesionales médicos. Confiamos en ellos y dejamos en sus manos la recuperación de nuestra estimada hija y hermana.

 

A estas alturas nuestra vida está en calma. Y entre nosotros ha crecido un inmenso sentimiento de amor incondicional que nos protege a todos.

 

Bàrbara Alcaide