El trasfondo de una mente obsesiva
Cuando tomé conciencia del porqué de mis acciones, así como de la existencia de una mente muy obsesiva entendí por qué vivía en ese infierno. Vivía anestesiada, para lo bueno y para lo malo. Mi mente quería protegerme del sufrimiento así que se centró en algo que ocuparía todo mi tiempo: ser más guapa. Ser más guapa para sentirme más querida, sentirme mejor conmigo misma y con los demás. Pero por mucho esfuerzo y cambios en mi físico nunca conseguía verme ni sentirme mejor, y eso, a la vez, era una fuente mayor de sufrimiento. ¿Qué más podía hacer si eso que creía que me hacía feliz me alejaba más de esa felicidad soñada? Pues ahora en perspectiva veo que era más sencillo de lo que en ese momento fue. Desde mi humilde experiencia lo que os puedo decir es que la clave es tomar consciencia de porque estamos viviendo de esa manera, porque somos resistentes a cambiar y que es lo que buscamos a través de eso. En mi caso, hasta que no estuve lista no pude realizar todo este proceso. Y fue en ese momento, que me liberé de todas esas cadenas. Os aseguro que no hay tanto por hacer sino más que sentir. Debemos contactar con nuestros sentimientos para por fin liberarnos. Y así cuando se asome esta mente obsesiva podremos analizar de qué no está intentando proteger y con mucho amor y paciencia poder trascender esas obsesiones para contactar con el sufrimiento que hay debajo y del que paradójicamente queremos huir. De esta manera es como finalmente la mente dejará de activarse; ya no tendrá de qué protegernos porque estamos tomando la decisión de afrontar aquello que nos hace sufrir, el TCA perderá fuerza y podremos tomar las riendas de nuestra vida.