“Un poco de anestesia para tanto dolor”
Aún recuerdo mis primeras sesiones de terapia, cuando diferentes terapeutas me decían que el TCA era tan sólo la punta del iceberg. En ese momento no pude entenderlo. Sólo sentía que querían quitarme el gran pilar de mi felicidad (cuando paradójicamente era la fuente de mi mayor infelicidad) y por supuesto no estaba dispuesta a ello. A día de hoy hago un balance de todo mi proceso y me doy cuenta que tan solo pude recuperarme cuando estuve lista para hacerlo. Cada uno tenemos nuestro momento.
Superar un TCA implica contactar con el dolor que hemos querido tapar; el TCA es esa anestesia que hemos usado para seguir “viviendo” sin tanto dolor. Sin embargo, no deja de ser un caramelo muy envenenado, y su mejor antídoto son momentos de soledad para contactar con uno mismo, paseos por la naturaleza y sobre todo mucha paciencia y cariño para hacer frente a ese dolor del que hemos intentado huir. No os voy a engañar, no será fácil, pero os aseguro que vale la pena. Vale la pena librarse de todas aquellas obsesiones que envuelven al TCA y que nos impiden vivir. Debajo de ese gran dolor hay paz. Una paz a la que se llega sin ningún tipo de anestesia.
Alba