HOY SOY YO QUIEN TIENDE LA MANO
Cuando la enfermedad se apoderó de mí, cuando toqué fondo y no veía la salida, cuando empecé a salir del pozo y me tropezaba y caía al suelo, tuve la suerte de tener una mano tendida dispuesta a agarrarme y ayudarme en todo momento.
Esa mano, ese apoyo recibido, fue un pilar muy importante en mi recuperación. Sin ella, quizás aún seguiría luchando por salir adelante, o peor aún, me hubiera rendido y me hubiera arrojado desesperada a las garras de la enfermedad.
Esta experiencia me ha hecho darme cuenta de lo importante que es pedir ayuda, y estaré siempre agradecida a las personas que me sujetaron fuerte y tiraron de mí cuando yo más lo necesitaba.
Hoy, la vida ha querido que cambien las tornas y sea yo quien ofrezca mi mano y sujete fuerte a una persona muy cercana a mí. Hoy me ha pedido ayuda, llorando en mi hombro, buscando ese abrazo que yo tanto necesité en su día. He sentido su miedo, su ansiedad, sus demonios. He reconocido en sus palabras los sentimientos oscuros que en su día no me dejaban disfrutar de la vida. Una mirada y las pocas palabras pronunciadas han sido suficientes para tenderle la mano y hacerle saber que me tendrá siempre a su lado.
Sé que va a ser un camino duro, que habrá dolor, momentos de llanto, de inseguridades. Sé que se tropezará y pensará que el final nunca va a llegar, y entonces, al igual que en su día hicieron conmigo, yo le agarraré fuerte y le intentaré dar las fuerzas necesarias para volver a ponerse de pie y seguir adelante.
Llegará el día en que sus ojos vuelvan a brillar, estoy segura. Hasta entonces, le ofreceré mi ayuda desde lo más profundo de mi corazón. Caminaré a su lado dispuesta a sujetarlo si siente que se derrumba. Lo escucharé cuando necesite hablar. Lo abrazaré cada día. Porque gracias a mi experiencia puedo entender lo que está sufriendo y lo importante que es tener a alguien a tu lado apoyándote, escuchándote, para así no sentirte solo en el duro camino hacia la luz.