“Qué guapa eres”

Tantas veces he escuchado esta frase durante mi infancia que me ha generado una inseguridad tremenda. Si solo ven que soy guapa, ¿Qué pasa si dejo de serlo? Debo estar a la altura. Si no, nadie va a quererme. Entre tantas presiones no es raro que le abriera la puerta al TCA.  La verdad es que yo nunca me vi guapa, en realidad no era capaz de ver ninguna cualidad positiva mía. Y por esa y muchas otras razones similares quise cambiar lo que sí podía cambiar; mi cuerpo. Sometí mi cuerpo al límite (ayunos prolongados, atracones y vómitos…) pero por más que hice nunca me acabé sintiendo guapa, y es que lo que hace verdaderamente guapa y bonita a una persona es su esencia, lo que desprende cuando la tenemos cerca. El físico es efímero, todos vamos a envejecer y sufriremos cambios corporales, pero lo que siempre va a quedar es lo que somos; que es en realidad lo que nos define. El cuerpo es tan solo el vehículo que nos permite seguir nuestro camino, y por eso merece ser cuidado, no maltratado. Y si decidimos cuidar de nuestro cuerpo esto va a resultar incompatible con el TCA; vamos a ganar la batalla sin duda alguna.