El regreso
El recuerdo
tan vívido y nítido,
yo
enferma
vacía
etérea,
me estremece:
El espejo salta
por los aires
cada vez que me ve.
No me mira
a mí,
ve otros cuerpos,
los que envidio
con voluntad
férrea,
los que celo
con la ansiedad
que me corroe
que me ciega,
que me ignora,
no hago falta
no me mira.
La báscula es
una mancha oscura
espesa
en un suelo recién fregado
inocente
poroso
bajo mis pies desnudos.
Flotan en su superficie
palabras oxidadas
negras
frías
permeables
—fea gorda inútil—
que caen de mis pestañas
de niña,
lágrimas ácidas.
El regreso a la vida
tan lento y certero,
yo
fuerte
libre
nueva,
me enorgullece:
La seguridad retumba
en las paredes
cada vez que me veo.
No te miro
a ti,
veo mi cuerpo,
el que cuido
con voluntad
férrea,
el que respeto
por el amor
que da
que me da
que me confía,
hago falta
tú también.
La autoestima es
un árbol fértil
flexible
en un suelo recién sembrado
abierto
seguro
bajo mi piel desnuda.
Flotan en su superficie
semillas amigas
generosas
cálidas
transparentes
—yo ella ellos—
que recojo en mi pecho
en expansión,
frutos dulces.